viernes, 1 de octubre de 2021

El tren del olvido.


 Mucho se habla desde diversas instituciones de relanzar el uso del tren como medio de transporte, ya que indudablemente es más sostenible que el transporte por carretera y sería lo lógico en un contexto de emergencia climática como el actual.

El pasado 15 de diciembre, el Parlamento Europeo aprobó una propuesta de la Comisión para que el 2021 fuese el año Europeo del Ferrocarril y promoviese el tren como un medio de transporte verde y seguro.

Según los datos de la Comisión Europea, es el único medio de transporte que ha reducido sus emisiones desde 1990. Si el transporte en total genera el 25% de las emisiones de gases de efecto invernadero, el tren es solamente responsable del 0´4 de las mismas, debido a su alto grado de electrificación; además, es el medio de transporte por tierra más seguro, ya que solo el 0´1 de las muertes por mil millones de  pasajeros/ km son causadas por accidentes ferroviarios.

Con estos datos no sería de extrañar que el ferrocarril fuese el medio de transporte principal en un país como España, de gran extensión y con infinidad de núcleos rurales dispersos a lo largo de su geografía.

Sin embargo, la tendencia en España, y más aún en la España rural, es justamente la contraria. Las frecuencias se han visto reducidas drásticamente en los últimos años, dejando a muchos núcleos rurales abandonados a su suerte una vez más y obligando a sus habitantes a hacer uso del coche particular o del autobús, en el mejor de los casos, para cubrir necesidades de transporte básicas como desplazamiento a lugares de trabajo, citas médicas, etc.

He tenido la suerte de poder viajar por Europa en muchas ocasiones y he podido ver cómo en muchos países europeos, los servicios de ferrocarril vertebran el territorio y ofrecen un servicio que llega hasta el último pueblo. Por desgracia, aquí no se puede decir lo mismo. En España se ha apostado por la Alta Velocidad para unir ciudades y se han olvidado de todo lo que hay entre medias. Una vez mas, se pone de manifiesto que las Administraciones Públicas solo hablan de despoblación y de la España rural durante las campañas electorales para luego no hacer nada cuando realmente toca.

La excusa de RENFE para desmantelar líneas que llevan años funcionando no es otra que la rentabilidad. Una vez más los criterios económicos se ponen por encima de un servicio público a un segmento de la población, que si bien no es tan numeroso como el urbano, también tiene derechos como cualquier otro ciudadano. Además, no tengo muy claro que esto sea así en todos los casos y para muestra un botón: la línea de tren convencional Madrid-Segovia se ha ido abandonando desde que llegó el AVE a Segovia, dejando a muchos núcleos de población sin tren; sin embargo, hay un servicio regular de autobuses, operados por una empresa privada, que va desde los pueblos a Segovia con un alto índice de ocupación, por tanto demanda existe.

Si queremos tener un medio rural vivo no podemos dejarlo morir simplemente porque nada es rentable, si se habla de combatir la despoblación hay que hacer políticas efectivas para lograrlo. Esas políticas efectivas pasan por no quitar los pocos servicios que había, al contrario, se deberían reforzar para hacer más atractiva y viable la alternativa a la vida urbana. Esto es algo que ya han entendido en otros países de nuestro entorno; sin embargo, España es un verso suelto en muchas cosas y todavía nos queda mucho camino por recorrer si queremos que sea un país moderno y avanzado.

Por tanto, en el año Europeo del Ferrocarril, aprovecho para reivindicar el tren convencional. Un tren que vertebra sin contaminar, que revitaliza la España Vaciada, que debe ser una alternativa real al transporte por carretera y que, en última instancia, debería ser una apuesta de futuro en un mundo que tiene que caminar urgentemente hacia la descarbonización y la sostenibilidad, nos va la vida en ello.